martes, 24 de abril de 2012

Dicen que el tiempo lo borra todo...

El chico leía tranquilamente en el jardín bajo la sombra de su árbol favorito cuando de repente se levantó y echó a correr, repitiéndose aquella oración en su cabeza una y otra vez, como si tuviera miedo de olvidarla. Ahora están caminando con prisas. Se cojen de la mano cuando tienen ocasión, y cuando no, se sonríen mutuamente mientras ponen el espejo en frente de un reloj, o de un calendario. Sólo queda ahora el gran reloj del campanario.
Después de  un gran esfuerzo consiguen que éste se vea reflejado y, súbitamente, las nuves pierden velocidad,  la gente camina cada vez más y más despacio, los pájaros comienzan a quedarse suspendidos en el aire... Finalmente, todo se detiene.Con un "y fueron felices para siempre" empezó su particular cuento de hadas.