domingo, 22 de enero de 2012




Llàgrimes que al principi tot ho taquen i es fan negres.

Ulls humits d'obscurs records.




Ataraxia




Hacía un tiempo que no hablaban. La decisión fue tomada de manera muy espontánea. Surgió tras
horas y horas de conversación, algo típico en ellos desde mucho antes, ya iba a hacer prácticamente
dos años desde que empezaron a hacerlo. No se sabe muy bien cómo llegaron a ese punto ni de
quién fue realmente la idea pero ambos, a su manera, lo deseaban. Ello los empujó a ponerse de
acuerdo. Dejaron de lado todos sus planes para verse.

Al contrario de lo que se pueda pensar, el encuentro fue silencioso. Un fuerte abrazo fue el Hola,
cómo estás? lleno de sentimientos un tanto dispares entre ambos. De esto solamente fue consciente
uno de los dos, pero ya contaba con ello. No salió ni una sola palabra ni un solo susurro de sus
bocas en el transcurso del encuentro y a partir de media noche el silencio llegó a ser
extremadamenete denso.

Después de esto se inició la única conversación de la noche, fue un intercambio de miradas con el
que se entendieron sin problemas y con el que ambos pidieron permiso para continuar y confirmar
lo que ya se había hablado. Empezó con una caricia, delicada, con miedo, como si las manos fueran
a romperse con solamente ser rozadas con las yemas de los dedos. Las miradas se acercaron, puede
que le susurrara alguna cosa que ella no llegó a entender, pero no le dio importancia porque sus labios empezaban a acercarse y llegó un punto en el que las miradas dejaron de importarle como lo habían
hecho al principio. Sus labios comenzaban a rozarse y sus pupilas se dilataban más y más con cada bocanada de aire.

La habitación, impoluta, había sido preparada especialmente para la ocasión. Ya sonaban las
campanas de las 00:00. Las velas consumiéndose. El ambiente cargado, el olor a sexo lo
invade todo.

Los dos cuerpos, ardientes, yacen en el suelo, inertes. En su mano izquierda hay una arma. Con el
brazo derecho la abraza.



Cuando eso que quieres que se marche ya, se queda adherido a ti, como la escarcha a las hojas de una planta, pongamos que a un Taraxacum.


Taraxacum officinale

sábado, 21 de enero de 2012

Un día de noviembre




Estoy en un bar, escuchando Autumn Leaves (Eric Clapton) una y otra vez, sin parar. Aquello es
grande, hay bastante gente, pero está tranquilo y para nada abarrotado.

El ambiente es tranquilo, la gente va vestida con ropa elegante. Me gusta imaginarlos con ropas de
los años 50-60. El suelo del bar va descendiendo delicadamente hasta llegar al escenario, donde se
encuentran un pianista y una mujer preciosa cantando. Yo estoy con los auriculares puestos,
imaginando que el pianista canta y toca lo que escucho mientras la mujer bonita hace los coros,
aunque no haya coros en la canción.

El suelo es de parquet, la madera está reseca y marcada por el paso de los años. Solo están
encendidas unas pocas luces, sobre todo las del escenario. Cuando pasa alguien cerca, el suelo cruje
un poco y aunque no lo escuche, las vibraciones las siente uno a la mínima. (Acaba de venir el
camarero a traerme mi copa).

Creo que estoy bebiendo demasiado esta noche. Mi única preocupación es que no se acabe la copa
sin haber pedido otra antes, y me entretengo imaginando cosas que podría haber hecho, o que podría
hacer, o que pueden pasar... Cuando termina la canción la vuelvo a poner, y dejo que mi
imaginación vuele. Lo malo de hacer esto es que al final acabo creyéndomelo todo.

Supongo que os estaréis preguntando qué hago en este bar. Espero, nada más. Hace nada una chica
simpática me ha preguntado qué hago aquí, y depués de decirle que estoy esperando, me ha
preguntado que a quién. ¿Por qué tengo que estar esperando a alguien? Podría estar esperando una
canción de los músicos del escenario, o alguna idea, o que sea medianoche para irme a casa... mil
cosas.

Estoy esperando a una amiga, habíamos quedado hace unos días para hablar. A veces le da por
querer hablar conmigo. Quizá tarda porque está cayendo un aguacero del carajo. Ya se ha ido la luz
un par de veces.
Se ven los destellos de los relámpagos pasar entre los barrotes viejos de las ventanas y acto seguido,
se escucha el cielo desgarrándose como una hoja de papel, pero de tamaño colosal.

Creo que ya no va a venir, suele hacerlo, quedar con alguien y no asistir, pero esta vez me ha
extrañado porque parecía importante.

Es una chica que me gusta, a veces me apetece pasearme por la ciudad con una botella de algo con
alcohol con el reproductor de música conectado con el volumen alto, para que sea lo único que se
escuche, y luego encontrármela por la calle y dejarme caer en sus brazos de ser perfecto. Pero como
esto solo es una idea me dejaría caer en un rincón, que sería lo más real que tendría a mano en ese
momento y me quedaría observando una gota correteando por la barandilla de metal de una escalera
de incendios, e intentando ver de dónde vienen las gotas me daría cuenta de que el segundo piso,
ligeramente iluminado, es una sala en la que parece que están dando algún tipo de fiesta. Se escucha
música tranquila, interrumpida solamente por algún trueno.