viernes, 24 de febrero de 2012

Sin título


 Él es mayor, tiene 60 años, ella 20. Se conocieron hace unos diez. Ella es muy sumisa, ya desde el día en que  la acogió en su casa se dejó agarrar por él sin presentar resistencia. Nunca conoció a sus padres, tampoco a sus hermanas pero pese a lo que se pueda pensar, ella no considera haber tenido una mala infancia, en absoluto. Ella era exactamente lo que él estuvo tanto tiempo buscando.

Él llegó a aprender a controlarla a su antojo, podía hacerla reír a carcajadas, provocarle el llanto más amargo que se pueda llegar a imaginar o hacer que se estremeciera de placer. Y eso a ella le acabó gustando.

Pero estos últimos meses han sido distintos. La edad le juega malas pasadas desde hace un tiempo y empieza a presentar los primeros síntomas del mal de Alzheimer. Se le traban las palabras, le fallan los reflejos... Y descarga la ira que eso le provoca en ella, que continúa pensando que todo forma parte del juego, aunque los golpes hayan empezado a hacerle daño, daño de verdad.

Hoy es él quien llora por ella. Se encuentran ambos en la cama. Ella inmóvil y boca arriba, sobre sus brazos, mientras es acariciada y observada por él, aunque con la mirada perdida. Aún le queda suficiente cordura para saber qué ocurre. Conoce el mal que padece. Sigue llorando a la vez que trastea, a sabiendas de que ya no volverá a poder tocar con ella ninguna de aquellas piezas. Solo consigue arrancarle alguna nota.

Él pasó sus últimos días al lado de su amada guitarra que ahora, tras la marcha de su compañero, llora por primera vez sola, y en silencio.

domingo, 19 de febrero de 2012

Un efecto no esperado

Había una vez un poeta, el mejor de todos, era de otro universo. Pasaba por el nuestro de camino y le entró sed. Después de buscar sin éxito por todos lados, decidió escribir un poema en una enorme roca que encontró... La roca empezó a llorar, y el poeta, después de calmar su sed, siguió su camino.

Pero la roca aún siguió llorando tras la marcha del poeta. Poco después, en esa enorme roca, surgió la vida.


miércoles, 8 de febrero de 2012

Xica


L'angoixa la envoltava com si d'un calfred d'eixos que et recorren el cos de cap a peus es tractara. Mai no s'hauria imaginat en aquesta situació. Ella sempre s'ha preparat mentalment per a tot i ha intentat que passe com s'ho ha vist prèviamemt al cap.

Ara és com una rosa vermella ben esclatada, és un cos fràgil, susceptible a que qualsevol ventada, per fluixa que siga, o fins i tot una glopada d'aire pròpia, faça que els seus pètals caiguen sense que res no ho puga evitar.

Els seus ulls intenten a dures penes retindre les llàgrimes que s'acumulen i, a poc a poc, van omplint-los. Sescapa la primera llàgrima per la cueta de l'ull esquerre, que llisca per la seua galta rosada fins arribar a prop del mentó, on creix un poc fins agafar el pes suficient  per a despenjar-se i caure per fi al sòl.

Però jo no puc fer res. Només em queda observar impassible fins que em toque baixar en la pròxima parada.